sábado, 11 de febrero de 2012

Isla desierta

Allí estaba yo, en el medio de una sala llena de rostros largos con pasados felices y presentes de amargura. No sabía que decir y ni un testigo para mi defensa. Yo lo había anunciado desde que te vi por primera vez y entonces era mi palabra contra la suya. Pero traían pruebas irrefutables, mi voz asegurando quererte y un montón de palabras que decían eso mismo pero de otra manera. Tenían videos míos soñando despierta. En todos los sueños aparecías tú y me quedé callada aguardando la sentencia. Todos quedaron atónitos cuando de pronto apareciste y declaraste en tu contra que también sentías lo mismo y entonces debían exiliarnos lejos, a una isla desierta donde pudieran comernos los mosquitos o por lo menos donde obligatoriamente tuviéramos que bañarnos juntos en un mar sin fin donde no se viera ningún barco en la lejanía y que la condena

fuera, estar juntos para siempre.